En mi peregrinaje por el mundillo de la tendencia vaquera cometí un error por omisión que hoy quiero solventar.
La adquisición de éste tipo de prenda me provoca una angustia incluso superior a la compra de bikinis y entonces... le conocí:
Este post es un homenaje al señor de la sección vaquera de el Corte Inglés.


Se trata de un distinguido caballero de cierta edad, porte elegante y, estoy segura, vastos conocimientos en el complejo mundo de la sastrería, al que los vericuetos del mundillo empresarial acabaron conduciendo a la sección de ropa juvenil.
Con asombrosa maestría interpretaba mis balbuceantes peticiones acertando milimétricamente en cuanto a color, talla, talle, longitud y efectos visuales traseros, eliminando con su sabiduría toda mi angustia.



Pero.... todo cuento de hadas, tiene un final. Llevo meses sin verle y la angustia vaqueril ha vuelto a mi vida.
No sé si volveré a verle, si se habrá jubilado y finalizado para siempre nuestra relación pero, aún así... siempre le recordaré, simpático señor de la sección de ropa vaquera del Corte Inglés.
Fin